jueves, 14 de julio de 2016

Es tradición de la Asociación Riu Fontoria mirar atrás, siempre que hay que tomar impulso… y ahora estamos empeñados en recuperar las fuentes y lavaderos de los pueblos de Areñes y Belonciu.

En estas tierras situadas entre ríos de la Marea y el Fontoria se han asentado desde tiempos inmemoriales gentes, que como nosotros, vivieron sufrieron y gozaron en estos parajes. La necesidad de disponer de agua hizo que la historia se hiciera realidad.

Según un buscador de topónimos asturianos el río Fontoria significó en su día fuente dorada, no sabemos si porque en él se encontraba presente el preciado metal o porque en realidad, la autentica riqueza que los antiguos buscaban estaba en el agua.

Si nos paramos a pensar en las utilidades del agua descubrimos que son inabarcables, además de satisfacer la sed, empleamos el agua   para elaborar el pan, guisar, lavar los alimentos antes de cocinarlos, hacer el samartín, fregar, regar, bañarse, dar de beber a los animales preparar la argamasa para las construcciones, como fuerza motriz para mover el molino …. Por estas razones y muchas más los pueblos se fundaban allí donde había una fuente.

La importancia del agua para el hombre fue reconocida desde la antigüedad y como no, alrededor del agua se articularon todo tipo de  prácticas mágico-religiosas, de hecho a las xanas se las localiza cerca de las fuentes, se hace pasar el agua a las personas aquejadas del mal de ojo o se enraman las fuentes para que las mozas que de ellas beban encuentren marido.

Tradicionalmente nuestros antepasados cogían el agua de los manantiales que surgían entre algunas piedras o directamente  de los ríos y fue precisamente la necesidad de mejorar las condiciones higiénicas de la población cuando se empezaron a construir  servicios hidráulicos como: fuentes, bebederos, charcos y lavaderos. 
                          


Por supuesto, las fuentes y lavaderos llegan antes a las ciudades que a la población rural. Cabria pensar que la gente que vivía en los pueblos era menos propensa a contraer el tifus o la peste, pero no, simplemente esta población tenia menos recursos económicos que la de las villas y ciudades.

 Desde mediados del siglo XIX las investigaciones sobre la sanidad pública advirtieron  sobre el peligro que supone la falta de hábitos de limpieza tan sencillos como lavarse las manos, hervir el agua, bañarse, separar el agua para el  consumo humano del de los animales  o desinfectar la ropa de los enfermos. Esto hizo cambiar la mentalidad de las instituciones públicas, y es cuando se observa una clara intención de acercar a toda la población, incluidas las zonas rurales, las infraestructuras del agua.

Generalmente estas infraestructuras tenían una  triple función: La fuente para el consumo humano, cuyas aguas sobrantes pasaban al bebedero para el ganado y finalmente un lavadero.

La frecuencia con la que una familia acudía a la fuente, si esta no disponía de aljibe,   era de media tres veces al día, aunque había ocasiones en que necesitaban más agua de la habitual por ejemplo los domingos, que se solían bañarse todos los miembros de la familia para ir a misa .Esto suponía que había que hacer mas viajes a la fuente.

Generalmente las instituciones en esos tiempos estaban regentadas por hombres que poco sabían del trabajo que suponía para las mujeres lavar  de rodillas la ropa en el río o recorrer largos trayectos para llenar los calderos que niñas y mujeres transportaban en la mano o en la cabeza para cubrir las necesidades del trabajo doméstico.

La construcción de estas fuentes las realizaban generalmente los vecinos, muchas veces con el apoyo económico de los emigrantes y en contadas ocasiones con la colaboración del Ayuntamiento.

El abastecimiento de agua a una población es, sin duda, un indicador de desarrollo y mientras que en el resto de  Europa se acometieran las obras para hacer llegar el agua a los domicilios; en Asturias y concretamente en Belonciu, hasta mediados del siglo XX se siguieran inaugurando fuentes y lavaderos públicos.

Las fuentes y lavaderos eran lugares de reunión y de tertulia. Allí las mujeres comentaban los sucesos de la aldea y los alrededores, se hablaba de amores y desamores, de bodas, bautizos entierros y nacimientos… y por supuesto fueron templos de críticas y murmuraciones que hacían más entretenido el duro trabajo de las mujeres de ese tiempo.


Estos servicios, que el progreso ha dejado sin la función que tenían antaño, han caído en desuso  y ahora forman parte de un patrimonio histórico que debemos conservar y proteger, por eso la Asociación Riu Fontoria se ha propuesto recuperar y señalizar algunas fuentes lavaderos charcos y bebederos integrándolos en una Ruta del agua que sirva de lazo de unión entre los pueblos de Areñes y Belonciu.

La historia de las infraestructuras de abastecimiento y saneamiento de nuestros pueblos tienen un recorrido que nace en el siglo XX y avanza en el XXI ahora que las fuentes y lavaderos son recuerdos y patrimonio cultural a proteger


Renovación del abastecimiento de agua de Areñes y Belonciu 2023



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